Más que merecido
¿Sabes lo que es ese palpitar momentáneo que sientes cuando cierras la puerta con seguro y acto seguido dudas de tener las llaves contigo? Pues algo así sentí cuando decidí abrir la computadora para darle fin al escrito que había comenzado para publicar en el blog y no aparecía. -Lo acabas de borrar por eso no aparece- La verdad es que prefiero esto a cerrar la puerta del apartamento sin tener las llaves conmigo. Anyway, todo ese rodeo es quizás más para mí que para ustedes y me funciona. Llevo días organizando ideas y entre otras cosas el blog vuelve a rondar en mi cabeza como esa pieza suelta del rompecabezas que no he terminado de montar, al mismo tiempo tengo entre ceja y ceja el tema del agradecimiento y esa dualidad tan fina y “conveniente” entre agradecer y desagradecer. Con eso en mente, comencé a soltar los dedos sobre el teclado dejando fluir las ideas. Recuerdo bien la primera oración, decía algo como: “Sé siempre agradecida, a nadie le gusta la gente malagradec