Más que merecido


¿Sabes lo que es ese palpitar momentáneo que sientes cuando cierras la puerta con seguro y acto seguido dudas de tener las llaves contigo? Pues algo así sentí cuando decidí abrir la computadora para darle fin al escrito que había comenzado para publicar en el blog y no aparecía.
-Lo acabas de borrar por eso no aparece- La verdad es que prefiero esto a cerrar la puerta del apartamento sin tener las llaves conmigo.  Anyway, todo ese rodeo es quizás más para mí que para ustedes y me funciona.  Llevo días organizando ideas y entre otras cosas el blog vuelve a rondar en mi cabeza como esa pieza suelta del rompecabezas que no he terminado de montar, al mismo tiempo tengo entre ceja  y ceja el tema del agradecimiento y esa dualidad tan fina y “conveniente” entre agradecer y desagradecer. Con eso en mente, comencé a soltar los dedos sobre el teclado dejando fluir las ideas.  Recuerdo bien la primera oración, decía algo como: “Sé siempre agradecida, a nadie le gusta la gente malagradecida” haciendo referencia a una de las tantas frases icónicas de mi mamá. Enseguida, entendí que no hay manera en la que pueda abordar el tema sin hacer hincapié en la sabiduría indiscutible de la madre que me parió. Curiosamente su signo zodiacal es Leo y hasta hoy,  nunca había logrado ver la similitud entre ella y las características que describen a un león/leona.  Mami apenas mide 4’11, es delgadita y hasta pareciera “ser frágil”, lo que no la hace físicamente imponente similar a un león.  Mami es sabía, es serena, brillante, intuitiva, analista, observadora, amorosa, incondicional, fuerte, firme y determinada, es jefa, y es apoyo, es mentora y guía… mami definitivamente es la leona que lidera la manada sin mucho esfuerzo ni ansias de protagonismo aparente.

 Precisamente en estos días luego de coquetear con la idea por algún tiempo, concretó su decisión de retirarse y acogerse a la jubilación. Conociéndola, supongo que el tema le debe haber provocado reflujo un par de veces y unos cuantos suspiros bastante profundos, debe haber dejado escapar al tiempo que analiza y visualiza lo que será esta nueva etapa de su vida. “Lo decidí,  pal’carajo, me retiro” fue como me confirmó su decisión y un poco el desahogo cuando me llamó hace unos días, “tal día entrego la carta, el  viernes es mi último día.”  Mientras la escuchaba, pasaban por mi mente a modo de película, los recuerdos que guardo de su lugar de trabajo; 42 años de servicio, más de la mitad de su vida. Recuerdo varias de sus etapas, pude ver como fue creciendo y desarrollándose como la gran profesional que es. Durante  sus inicios no estaba presente,  al menos no físicamente, pero creo fielmente que sólo era cuestión de tiempo para conocernos en este plano. Mi mamá comenzó haciendo donas, luego fue cajera entre tanto estudiaba para completar sus estudios universitarios en administración de empresas. Para el tiempo en que alcancé edad suficiente para acompañarla una que otra vez al trabajo, había logrado con una posición de oficinista en la tienda. Recuerdo bien lo mucho que me encantaba ir con ella a la tienda, siempre bajo la advertencia con letanía que no faltaba: “Lolimary  yo voy a estar trabajando, pórtate bien”, me leía la cartilla de lo que podía y no podía hacer; yo feliz me entretenía hablando con el que se me cruzara al frente. Pasaron los años, hubo varios cambios y entre ellos nuevas posiciones y oportunidades de desarrollo profesional, unos más acertados que otros sin embargo, siempre encarados con la mejor actitud y dándolo todo como bien acostumbra. Puntual, responsable, con iniciativa, lista para solucionar situaciones y con hambre de aprender así la describiría profesionalmente. Miña (apodo  para el que sólo mi hermana  y yo estamos  autorizadas) es de las que enseña poco y educa mucho, porque más que palabras su ejemplo lo es todo.  Si estuviese escribiendo estas letras en papel, las lagrimitas de orgullo ya hubieran hecho lo suyo sobre la tinta.



Con el corazón  gritando de orgullo y la felicidad de saberme parte de ti te felicito por tantos años de entrega, determinación y  aguante. Mami, gracias por ser, estar y elegir ser la líder de esta manada.  Jubilarse con salud, energía y consciencia de plenitud en estos tiempos es casi un mito y tú lo haces realidad. Sal orgullosa y convencida de que tu dedicación fue, es y será tu mejor marca personal. A ver si pronto le das un empujón al miedo de un viaje largo y te tiras un viajecito a Cali.
 Es tiempo de hacer lo que te plazca y cuando te plazca, de que seas tú quien determine el tiempo que inviertes en lo que quieres, que tu alarma del despertador sea para las citas que tú estipules  y que las visitas a las tiendas sean de placer y no de trabajo.  Ahora eres full time abuela, esposa, madre, hermana, tía, pero sobre todo eres full time tuya.            

   
No me acabe la menor duda de que esta emoción y alegría son el reflejo de un amor puro; como el que una madre puede sentir por su hija aún cuando su llegada le dejó una marca  estéticamente horrorosa en el vientre. No hay distancia suficiente cuando se elige estar cerca. Mami no es una madre muy común, no es de esas cantaleteras, ella con su psicología inversa genuinamente bien aplicada ha sabido dejar sentir su posición. No es de las que llama todos los días para indagar en nuestras vidas, a veces ese es nuestro reclamo -¿quién nos entiende?- y cuando lo hace y escuchas ese "Hola mi vida" la felicidad es innegable. Respeta y valora nuestras decisiones independientemente si éstas le parecen bien o no, su apoyo es incondicional y claro, el consejito nunca falta. Ha sabido ser el aire bajo nuestras alas. Perfección no es para nada un término con el que pueda definirla, pues como a todos, nuestra  condición humana nos lo impide. Sin embargo ella siempre ha elegido ser y estar desde el amor, la empatía y la solidaridad.



Agradecer, dícese de sentir gratitud. Mostrar gratitud o dar gracias. Dicho de una cosa: corresponder al trabajo empleado en mejorarla o conservarla,  según la RAE es así como se define el término agradecer. Por mi parte, agradecer es principalmente reconocer que quien soy y donde estoy se debe en parte a seres que eligieron ser y estar para mí en algún momento del proceso de mi vida. Agradecerles es reconocer su esencia en mí y valorar las bendiciones que recibo cada día, desde una sonrisa, hasta un “estás loca, eso no funciona” porque eso también es apoyo. Lejísimos de la perfección, es más bien una elección constante y sonante el como veo y recibo lo que llega a mi vida  y más aún como me desprendo de todo lo que me impide abrirme a recibir lo que está por venir.



¡GRACIAS!

 



Comments

Entradas